Fallado el intento de
recuperar las horas de sueño perdidas y de volver al reloj biológico normal,
ese en el que no me acuesto a las seis de la mañana en verano, me refugio en la
leve brisa que entra por la ventana y pienso…
Pienso en que estoy
rodeado de voces que me dicen lo que tengo que hacer para ser feliz, sin saber
mi situación y sin saber lo que a mí me hace feliz de verdad.
Acudiría a la primera
secuencia de Trainspotting, pero sería caer en otro topicazo requemado. Con
todo lo que me exijo últimamente, con las altas expectativas que tengo del
futuro, casi que mejor me relajo, pienso yo, vamos. Y es complicado, la verdad,
con la mosca detrás de la oreja y viendo el tiempo pasar, atrapado en un
sistema educativo carcelario no puedo hacer otra cosa que aguantar y resentirme.
Pero claro, como no pongo
mi mejor gesto de cara a la galería ni me gusta mostrarme profesionalmente
hablando en las redes me toca joderme, como no me gusta promocionarme hasta el
spam ni tengo un horario ni unas circunstancias a favor me tengo que joder.
Qué angustioso es el
audiovisual, que pocas oportunidades ofrece el lobby español de millonetis e inútiles.
Aunque, ojo, si no busco tampoco voy a encontrar, las oportunidades no caen del
cielo, seamos justos…Otra cosa es que se me permita siquiera buscarlas como ya
apunté antes “atrapado”. Porque sí, aún tengo dos años en el aire de a saber
qué clase de formación. La frustración de no sentirse útil salvo para una
familia que jamás te ha dado ni te dará nada es horrible. Es este verano, es
esta inactividad, es este calor (que no recuerdo yo nunca en la capital por
estas fechas).
Yo, mientras tanto y
mientras me lo pueda permitir, como soy joven, quiero disfrutar de los míos, de
mis hobbies y mis madrugadas veraniegas, aunque estas tampoco las he elegido,
lo del trastorno del sueño está prácticamente diagnosticado hace años.
Quizá hubiese sido más
sencillo meterme al mundillo profesional de los clones que aspiran a coche,
fiesta, mamoneo y no han leído un libro en su puta vida, los mismos que te
dicen que no vas a llegar a nada…Joder, eso ya me lo decía mi padre hace siete
años, que viviría debajo de un puente y que jamás llegaría a nada y, ahora,
mírame, sacando matrículas en la universidad esta de mentira que tenemos (y
digo de mentira porque si fuese de verdad no sacaría matrícula tocándome más
las bolas que en la ESO).
Agradezco la labor del séptimo arte, la música y los libros mientras tanto, al menos me noto crecer por
dentro y no dejo de aprender cosas nuevas cada día, a pesar de echar mucho de
menos la acción allí fuera.
Y gracias, evidentemente,
a mi oasis y a su eco de libertad en mi cabeza, que no para de retumbar para
que no olvide que tengo un sueño por el que luchar.