domingo, 8 de marzo de 2015

30. La semilla

Ya puedo abrir la ventana a las 10 de la mañana un domingo, ya llega la primavera…Aunque lo más interesante de esa frase no es el hecho en sí, que cada vez vaya haciendo menos frío a esas horas, sino que jamás he estado despierto los domingos a las 10 de la mañana, es un hecho no sé si de madurez repentina o de qué sé yo.

Mientras suena una canción de Mr.Presley vuelvo a recapacitar, como ya hago demasiadas veces al día, sobre lo que es mi vida, o la vida en general. Tras una noche interrumpida por el Crohn en medio de Madrid, solos yo y mi linda “crónica”, y tras una semana de lo más extraña e inquietante, vuelvo a pensar en la estúpida fugacidad de la vida, que pasa ante nosotros sin darnos cuenta. El tiempo…Aprovechemos que aún no es moneda de cambio.

2015, el año en que realmente fui consciente de cómo se fraguaron de mal mi infancia y mi adolescencia, de cómo soy fruto de una semilla mal plantada y precaria en cuidados, pero que ha aprovechado sus circunstancias para salir adelante…Esperemos que la ambición no supere en tanto al talento.

Ahora mismo soy un batiburrillo de sentimientos erosionados por la presión natural de las circunstancias. Y yo, que estoy poco acostumbrado a perderme pues estoy bastante ubicado, cuando me pierdo no sé reaccionar como un ser humano en la rutina, aunque en ciertos tipos de caos salga victorioso.

Esto me recuerda al estilo que seguía mi anterior blog, algo parecido a las palabras de arriba, sin sentido y sin conexión pero más puras que todas las palabras que medito.

PD: Que me ahorquen si termino usando este espacio para soltar textitos infantiles y pegajosos de niñas para niñas.


PD2: No hubo Top 10 de películas de Febrero y no sé si lo habrá.

domingo, 1 de marzo de 2015

29. La linde del Tajo

Eran las doce del mediodía. Tenía sobre mí un dulce sol de invierno. Iba carretera abajo sobre la linde de mi querido Tajo, dentro del autobús, casi solo. Andaba con el asiento reclinado, las piernas cruzadas y los brazos sobre mi cabeza. Me sentía al borde del sueño, casi adormilado, cuando me puse a mirar las nubes. Eran esas nubes esponjosas, de película, casi artificiales. Empecé a pensar toda la tranquilidad que me estaba ofreciendo el momento, así que me propuse, durante un minuto, mirar las nubes a conciencia, sin pensar en nada más…Sin estar pendiente del móvil, de mis preocupaciones, de mis ambiciones, de mis sueños, de mis exigencias, de nada…Solamente disfrutando del momento único e irrepetible que me brindaba esta infame vida.

Fui inexorablemente feliz ese minuto. Me di cuenta de lo estúpida que es la existencia y de lo poco que valen todas las cosas, salvo esa última cosa que es ser feliz. De entre todas las estupideces mundanas que enseña la vida, a lo que menos esfuerzo ponemos es a aprender a ser felices. En ese momento recapacité de manera mayúscula y exponencial a cada segundo que pasaba, un mindblowing de manual. Pensaba haber encontrado la respuesta a todo en ese autobús que bordeaba el Tajo. No, simplemente había descubierto que cada cosa tiene su peso, y que ese peso no debe ser modificado por las personas, pues no nos conviene modificar los estratos vitales del ser humano, sabiendo que es lo que de verdad merece la pena.