sábado, 25 de octubre de 2014

19. Grande

Cuando de pequeños nos hacían esa ingeniosa y magnífica pregunta…

¿Y tú, qué quieres ser de mayor?

Muchos respondían que jugador de fútbol, o astronauta, o arqueólogo o piloto…Yo no, creo que jamás lo tuve claro, lo único que sabía es que quería ser grande, que no era como el resto de niño (y, a día de hoy, dudo que sea como el resto de jóvenes de veintidós años). Yo quería ser grande, pero no grande de mayor, o grande de tamaño (eso puede que sí, cuando empecé a jugar al baloncesto) pero no, yo quería ser grande, hacer cosas grandes, no ser famoso, grande, lo que es grande, sin más.

¿Y cuándo sé es grande?


Buena pregunta. No lo sé. No tengo ni la más remota idea, lo único que sé es que voy por el buen camino, o eso creo y noto teniendo en cuenta cómo fue mi camino en algunas ocasiones. También sé que quiero persistir, quiero tener un legado, quiero marcar memorias y corazones, me quiero multiplicar en todos los formatos posibles pues eso me hará palpar la mejor de las sensaciones. Que, a partir de mis vivencias, pueda hacerme pedazos en todo lo que otro ser humano pueda captar a través de los sentidos. Porque sí, si me multiplico me haré grande, a pesar de todos esos comentarios e historias que pretenden que cese en mi camino me haré grande, puede que no para muchos, ni falta que hace, pero sí para unos pocos y, cuando yo me note grande, será cuando podré morir libre.

martes, 21 de octubre de 2014

18. Las cosas buenas de la vida...

Ya lo sabéis, ya lo sé, no soy esa clase de escritor joven de los que te encuentras ahora por la red que sube siempre una foto acompañando su texto.
No soy el que te va a hacer leer lo que realmente quieres leer. Soy el que sale a la calle, vive su realidad, contempla la de los demás e intenta, de la manera más humilde y cercana posible, retratarte esta ciudad. Esta, y no otra, porque por una serie de circunstancias que ni siquiera me atañen he acabado aquí, en Madrid.
No hace falta ni decir que no estoy aquí por moda, llevo escribiendo rimas desde los catorce y textos desde los diecisiete, son mi manera de controlar mi estado de ánimo, una manera de invertir el tiempo y de sacar pedazos de  lo más profundo de mi ser. Pero lo hago sin pretensión, sin esperar nada a cambio, ni palmaditas en la espalda ni nada, es más, cuando recibo algún halago me parece hasta raro y mal.

Mientras tanto seguiré aquí, creo que en parte he vuelto, supongo que porque los problemas también vuelven, supongo que porque otra vez duermo menos, supongo que porque nunca está de más retomar las cosas buenas de la vida…

domingo, 19 de octubre de 2014

17. Y ahí estaba yo

Olía fatal, a agua estancada, pero no estaba en un pantano, estaba en los baños de una famosa hamburguesería meando. Un amable cartelito me decía que orinando en unos de esos wc’s ahorraba entre cuatro y seis litros de agua…vaya, ya hice la buena acción de hoy, que pena que luego vaya a quitarle el pepinillo a la hamburguesa para pegarlo en cualquier sitio. El suelo estaba semi-encharcado también, joder, se notaba que estaban a punto de cerrar para poder limpiar. Terminé la meada, me miré al espejo…de nuevo se notaba que era tarde, pensé que serían más de las doce y, efectivamente, estábamos rozando la una de la madrugada.
Salí y el neón del cartel de enfrente me cegó, todo se cubrió de un azul artificial y pegajoso. A pesar de no ser fin de semana la gente y los coches subían y bajaban la calle, adornada por el naranja de las farolas y la contaminación lumínica de la combinación de neones y leds. Le di el último bocado a mi hamburguesa: Queso, carne, una salsa que prefiero no pensar que lleva y algo de lechuga. En ese momento recordé el anuncio de la televisión de dicha hamburguesa y al chaval del anuncio parece que le gustaba. A mí, por el contrario, cada vez me gustaba menos esta comida de mierda.
Bajé las escaleras de mármol despacio, había comido bastante e iba a reventar. Al llegar a la calle tuve que dirigirme a la parada del bus nocturno…a andar otra vez, pero lento, por favor, no vaya a ser que eche los higadillos por el camino.
Andando me di cuenta de lo que ocurría: Putas, viejos verdes, modernos de mierda, negros y sudamericanos, rumanos, camareros cerrando bares, algún que otro buscavidas y algún que otro perdido, setos rotos con las raíces de arbustos a la vida y más putas hamburgueserías de las malas, joder…vaya ciudad. A pesar de todo hacía buena temperatura, algo raro si tenemos en cuenta las fechas y la hora, pero se estaba bien, a pesar del plantel se sentía acogedor el ambiente.
Esquivé varios chinos descargando camiones, giré una esquina de la plaza y subí otra calle. Siempre acostumbro a mirar los edificios, aunque los haya tenido delante de mí miles de veces, pero las fachadas del centro son geniales, siempre habrá detalles que pasarán desapercibidos. Abajo más vagabundos durmiendo en bancos (bancos de sentarse y bancos de dinero) y al lado yo mirando para arriba porque mirar al suelo a veces me aburre, y mirar a lo demás a los ojos me parece terriblemente falso si lo que estás es volviendo a tu casa por la noche, cansado, lleno y jodido. Giré otra esquina y avisté la parada, en obras (qué raro), y al lado una señora, supongo que también esperando el bus. Me apoyé en una barandilla y miré el móvil. Es una gilipollez que hacemos todos, al menos creo que para ver la misma mierda de siempre ni saques el móvil, pero es automático e inevitable.


Y ahí estaba yo, jodido, esperando un autobús de madrugada con cosas que hacer al día siguiente pero importándome todo una mierda, en una ciudad rota y llena de claroscuros, la vida que me había tocado vivir.

sábado, 11 de octubre de 2014

16. Vietnam

Ignorante de mí, osado de mí, pensaba que ya era consciente de todo.
La esfera de bienestar se rompía, volvía al acantilado, dentro y fuera de mi consciencia. Ya había jugado antes en terrenos pantanosos, con más en contra que a favor y con las circunstancias hilando demasiado fino, pidiendo que estés con mil ojos incluso durmiendo, en plena guerra, en un Vietnam lluvioso y jodido como ninguno. Lo bueno es que hasta en el Vietnam bélico y pantanoso sale el sol, formando sombras largas y afiladas.
Demandaba tiempo y ahora lo tengo. Ante la falta de efectivos creo que ya tomé las decisiones pertinentes siendo estas las adecuadas. Necesito ponerme en marcha para poder adentrarme en la maleza, pero quizá esta no me espere y me pille con la defensa baja. De nuevo actuará doña fortuna, el factor que siempre escapa a mi control, vaya.


A veces creo que sigo de vacaciones, osado de mí diré que la vida no me ofrece dificultades reales, hasta ahora, que mi único objetivo es aguantar el presente, pues el futuro ya llegará. Joder, todo llega.

miércoles, 1 de octubre de 2014

15. Los huevos

Dentro de esa falsa sensación de calma que aparece al no querer pensar en nada y vivir la vida sin más, está la realidad, tu realidad. Vives en la cuerda floja. Un paso mal dado te deja fuera de juego y puede que los daños sean de un calibre demasiado grande.

Entonces te das cuenta de que vives a un ritmo que no es el tuyo, controlado, atado, por debajo de tus posibilidades. Todo eso que deseas y necesitas, todo eso que quieres de verdad, está a años luz. Los medios escasean a pesar de tener más hambre que nadie. Encuentras barreras, límites. Hasta lo más simple como respirar ya tiene un valor de peso. Las distancias se hacen infinitas.

Vuelves a pensar. Has llegado lejos, ha sido duro y estás dónde tienes que estar, en pleno camino hacia tus objetivos, y no va a ser justo ahora cuando vas a dejarlo a medias. Échale huevos.
Échale un par de huevos. Expresión sexista, o eso te dirán ahora. Me la suda. En esta vida puedes depender de la combinación de tres cosas: Talento, capacidad de trabajo y constancia...o huevos. Un buen par de huevos.

La magia de todo reside en tener huevos. Pelotas. Cojones. Lo que sea, pero hazlo con un buen par.