Hace no mucho tiempo el ser
humano vivía con lo justo y necesario para sobrevivir y no caer en la
mediocridad. Los días pasaban tranquilos y, a la vez, ociosos. Había trabajo
que hacer todo el rato, nuevas cosas que aprender de los libros y de los mayores,
de la naturaleza y del tiempo. Hace no mucho tiempo el ser humano era eso,
humano, capaz de usar el cerebro que la evolución le había otorgado para
estimularse a sí mismo. No había quejas, la sociedad funcionaba al ritmo
lógico, no existían indicios de que eso fuese a cambiar de manera brusca ya que
nadie necesitaba ningún cambio.
Ahora bien, las cosas han
cambiado. La sociedad ha evolucionado de manera drástica. No estábamos
preparados para pasar tan rápido de ser humildes granjeros a viles maníacos
sociópatas. El hombre se ha enriquecido, pero ha empobrecido su alma y se ha
vuelto tóxica. El capitalismo, las guerras, la avaricia, las diferencias
políticas, las envidias…a escala mundial y a escala minúscula han aflorado, el
único poder vigente es el del dinero. Esto, entre otras muchas cosas, ha hecho
cómoda a la especie humana. Cómoda y a la vez vacía, nimia, efímera en el
tiempo del cosmos. Se repiten patrones de conducta, se envenenan las relaciones
que antes duraban siglos…El ser humano ha dejado de ser humano.
Quiero exponer un ejemplo que
estos días me recorre la cabeza.
Antes, a pesar de las diferencias
entre nosotros, los humanos vivíamos sin miramientos y sin necesidad de
sentirnos ofendidos. Las diferencias existían pero se iban normalizando poco a
poco hasta dejar apagado el odio y el rencor. Con la nueva sociedad que se ha
establecido se ha vuelto a encender esta llama. Cualquiera se siente ofendido
por cualquier cosa y el odio se ha multiplicado. Existen tantas etiquetas que
cualquier persona con alguna que no sea de tu agrado olerá tu odio. Se han
creado necesidades que antes no existían y se lucha por valores artificiales
creados para diferenciar más aún lo que ya se está diluyendo.
El mundo es un caos. La sociedad
es un caos. Este país, concretamente, se va a la mierda por culpa de su
capacidad de auto-engaño, por su ignorancia y por su conformismo. Intentamos
contentar a todos con un buenismo que solo enferma aún más a los que defienden
la pureza de la razón humana. No hay valores en las calles, sólo resquicios de
esperanza.
Esos chavales de barrio, de
pueblo, de las afueras, que jamás han tenido nada y sueñan con llegar lejos,
esos chavales sólo tienen sus cojones, y la sociedad no hace más que quitarles
lo poco que tienen para dárselo al que menos lo merece. La sociedad que rompe
sueños, que estanca ciudades y que deshonra a las personas como seres humanos
que son.
No puedo decir otra cosa que no
sea…Lucha.