sábado, 27 de diciembre de 2014

23. La enfermedad que no termina.

Hace no mucho tiempo el ser humano vivía con lo justo y necesario para sobrevivir y no caer en la mediocridad. Los días pasaban tranquilos y, a la vez, ociosos. Había trabajo que hacer todo el rato, nuevas cosas que aprender de los libros y de los mayores, de la naturaleza y del tiempo. Hace no mucho tiempo el ser humano era eso, humano, capaz de usar el cerebro que la evolución le había otorgado para estimularse a sí mismo. No había quejas, la sociedad funcionaba al ritmo lógico, no existían indicios de que eso fuese a cambiar de manera brusca ya que nadie necesitaba ningún cambio.

Ahora bien, las cosas han cambiado. La sociedad ha evolucionado de manera drástica. No estábamos preparados para pasar tan rápido de ser humildes granjeros a viles maníacos sociópatas. El hombre se ha enriquecido, pero ha empobrecido su alma y se ha vuelto tóxica. El capitalismo, las guerras, la avaricia, las diferencias políticas, las envidias…a escala mundial y a escala minúscula han aflorado, el único poder vigente es el del dinero. Esto, entre otras muchas cosas, ha hecho cómoda a la especie humana. Cómoda y a la vez vacía, nimia, efímera en el tiempo del cosmos. Se repiten patrones de conducta, se envenenan las relaciones que antes duraban siglos…El ser humano ha dejado de ser humano.

Quiero exponer un ejemplo que estos días me recorre la cabeza.
Antes, a pesar de las diferencias entre nosotros, los humanos vivíamos sin miramientos y sin necesidad de sentirnos ofendidos. Las diferencias existían pero se iban normalizando poco a poco hasta dejar apagado el odio y el rencor. Con la nueva sociedad que se ha establecido se ha vuelto a encender esta llama. Cualquiera se siente ofendido por cualquier cosa y el odio se ha multiplicado. Existen tantas etiquetas que cualquier persona con alguna que no sea de tu agrado olerá tu odio. Se han creado necesidades que antes no existían y se lucha por valores artificiales creados para diferenciar más aún lo que ya se está diluyendo.

El mundo es un caos. La sociedad es un caos. Este país, concretamente, se va a la mierda por culpa de su capacidad de auto-engaño, por su ignorancia y por su conformismo. Intentamos contentar a todos con un buenismo que solo enferma aún más a los que defienden la pureza de la razón humana. No hay valores en las calles, sólo resquicios de esperanza.

Esos chavales de barrio, de pueblo, de las afueras, que jamás han tenido nada y sueñan con llegar lejos, esos chavales sólo tienen sus cojones, y la sociedad no hace más que quitarles lo poco que tienen para dárselo al que menos lo merece. La sociedad que rompe sueños, que estanca ciudades y que deshonra a las personas como seres humanos que son.


No puedo decir otra cosa que no sea…Lucha.

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