En mis
horas más bajas soportando esa injusticia que me provoca frustración, ansiedad,
rabia, dolor, decepción…Toda una sedimentación de sensaciones negativas,
horribles…A veces mi mente y mi cuerpo piden parar. Hacía mucho tiempo que no me
sentía tan impotente, quizá desde el bachillerato y las miradas de jueces
anónimos, o desde la horrible infancia que me dieron mis padres.
No
suelo llorar jamás, sólo me saca lágrimas la rabia, como si fuese un embudo
mágico.
Creo
que, si sigo así como sigo, es porque sigo sin saber quién soy. Quizá esta
pregunta me persiga toda la vida, haga lo que haga, consiga lo que consiga.
Todo
viene precedido por un mes horrible en todos los aspectos y tras un viaje de
introspección que reservé hace dos meses como si me oliese todo esto.
Seguimos
remando, oh emperador, seguimos. Aunque fuera llueve y truene servidor tiene un
cometido: el de responderse preguntas. Seguimos en línea.
Me he
vuelto a plantear cosas de cobardes, que en dicho momento parece la opción más
valiente, pero no, ahora no, al menos por mí, me lo debo, son mis principios
escritos a fuego y tinta, a cemento y salitre.
Seguimos
en línea, seguimos.