viernes, 28 de octubre de 2016

69. Analizando datos sobre el espectador español

Voy a intentar interpretar los datos que nos ofreció El País después de la fiesta del cine, que tanto éxito ha tenido (y a la que yo no he ido).
El espectador español y la empresa exhibidora, el IVA cultural y bla bla bla.



Veamos: de cada diez cines, cuatro son multipantalla, otros dos también pero en menor volumen y, los otros cuatro restantes, de una única pantalla. Los primeros cuatro cines son, en su mayoría, Cinesa y Yelmo (también algún que otro Renoir, Verdi, etc). Los siguiente dos cines también pertenecerán a este selecto club, sólo que en provincias más pequeñas, incluyendo también otro tipo de salas de empresas menos extendidas. Por último lugar dejamos paso a esos pequeños supervivientes: cineclubs y cinetecas que, a pesar de la situación actual, aguantan el tirón.
Podemos decir que en cuanto al número de pantallas por cine la cosa es bastante homogénea, si no fuese porque la inmensa mayoría de los pelotazos taquilleros se ven en las multisalas, ofreciendo poca variedad (alguna excepción hay). Es decir, cuantas más pantallas menos variedad ¿No debería ser lo lógico al revés? Pues no, en España no.
Pasamos al siguiente dato: cada año se estrenan algo más de 2000 películas, de las que veinte consiguen la mitad de todos los espectadores de ese año. Veinte pelotazos se llevan la mitad de la facturación, las otras 2000 películas tendrán que pelearse por lo restante. El espectador español, además de ir poco al cine, va mal. ¿Cada uno ve lo que quieres? Sí, claro. ¿Y no es curioso que en 365 días todos veamos lo mismo? ¿No indica eso un interés mínimo por la cultura? ¿No manifiesta un gusto pésimo? Pues eso.
Seguimos: el famoso precio de la entrada, el IVA cultura… ¿Lo bajaría? Sí, pero el problema no reside en esto precisamente. Dentro del precio de una entrada la inmensa mayoría del dinero va destinado a la propia sala exhibidora y otra gran parte a la distribuidora. La productora y los autores reciben una parte escasa en comparación con el resto ¿No podrían los cines percibir menos dinero? Deberían, la verdad. Y, de todas formas, existen infinidad de ofertas: desde últimas o primeras sesiones a precio de día del espectador, el propio día del espectador, las tarjetas de puntos, páginas externas con ofertas, precios de grupo, etc. Siempre se puede ir a la filmoteca, que por dos euros de nada puedes ver de todo. Yo voy bastante al cine y no me quejo del precio, y trabajo de pascuas a ramos. En cinco años sólo he pagado más de seis euros dos veces.
En cuanto a los gustos: de cada diez películas se ven seis de USA, dos españolas…y el resto del mundo estará en esas otras dos películas restantes. De nuevo, el espectador español asume un rol pasivo, porque si tuviese iniciativa no escogería siempre lo mismo. De todas formas gran parte de culpa es también de las exhibidoras, a colación de lo comentado anteriormente: las salas multipantalla (de las más extendidas) suelen exhibir en gran medida películas estadounidenses. Y si hablamos del nivel de las películas estadounidenses, este deja mucho que desear en comparación general con el de otros muchos países.
Para terminar: los españoles vamos al cine dos veces al año. Guau, yo creo que al mes suelo ir entre tres y cuatro veces de media, debe haber mucha gente que no pisa el cine en años.
Para echarle más leña al fuego, las diez películas más vistas en esta fiesta del cine son todas estadounidenses (la primera el monstruo de Bayona, española coproducida con USA) cuando en la cartelera no llegan a seis de cada diez películas procedentes de los Estados Unidos. Vamos, acojonante.


Conclusión: nadie puede sentirse orgulloso de estos datos, ni decir que la piratería ahuyenta al espectador. Y, por cierto, récord de espectadores en una fiesta del cine, los domingueros movieron el culo, pero para ver las cuatro de siempre, hasta les salía más rentable quedarse en casa ¿O no?

jueves, 27 de octubre de 2016

68. Otra vez, lo de siempre.

Lo de siempre.
Ese sentimiento de incomprensión y soledad que pesa, esas ganas de gritar y no encontrar el momento ni el lugar, ese techo invisible que me frena a pesar de mis ganas.
Sólo encuentro pequeños retazos de intelectualidad en un vasto desierto inerte, un desierto sin iniciativa alguna.
Lleva años quedándoseme pequeña la celda, los mismos años que veo como me adelantan ineptos, vacíos, ovejas, clones, mimados, fascistas.
La corriente social actual me repele y pienso que mi lugar está veinte años atrás, o quizá muchos más que esos, delante, y sigo pensando que soy un pobre alma más entre miserables, que no soy especial ni mucho menos pero que la mediocridad reina, pues se reza a ídolos de barro y se sobrepasa el límite de lo racional.

¿Veis? Es lo de siempre, la misma queja, y yo sin hacer nada de nada. ¿Seré otro maldito conformista más que no se atreve a salir de su zona de confort? Vaya, ni yo lo sé, pero al menos tengo esta maldita puerta al exterior para quejarme.

domingo, 9 de octubre de 2016

67. La dictadura de la imagen

Recientemente, un famoso mc español venido a menos, ha hecho unas declaraciones en la radio que decían algo así como que vivimos en la dictadura de la imagen, culpando de ello al cambio generacional, relacionado, eso sí, en todo momento con el mundo de la música: ‘si no pones tu cara no te escuchan’. No le falta razón.
Introduzco así este escrito pues, aunque pienso que en este contexto el amigo raper se le ve despechado, se extrapola a otros campos en los que no se puede negar el poder que tiene ahora la imagen. Y no la imagen como tal, sino la imagen de uno mismo en internet.
Y también, hace poco, me decía un amigo que ‘si no compartes tus conocimientos es como si no los tuvieras’. Pero, pienso yo, que puedo compartirlos de tú a tú ¿no?
Aquí quería llegar ahora. Resulta que si no quiero compartir mi vida en internet, por la razón que sea (encima tiene que ser compartida como los cánones que manda la moda) debo ser un viejo verde o, peor aún, inexistente para el resto. O sea, que ya puedo saber muchísimo de un tema, ser un experto en mi campo, que si no tengo un Linkedin que lo afirme eso no es cierto. Ya puedo haberme hecho una ruta en moto por Asia que si Facebook no ve una foto subida, eso no es cierto tampoco. Ahora comprendo la sorpresa de muchas personas cercanas a mí al ver que en persona soy misterio, lógico si me gusta escoger lo que publico en las redes, siendo en gran parte y en mi caso particular troleos, chorradas, estupideces y, en raras ocasiones, momentos de lucidez.
Es cierto que, el hecho de ver toda la vida del resto en fotos en las redes, me hace sentir bien, pues sé que esas sonrisas y esos viajes y lujos son de cara a la galería, que han caído en la dictadura de la imagen y que necesitan de la aprobación de los demás para sentirse bien.
Yo también comparto cosas, obviamente, pero no rozo el spam día tras día.
Además, en mi campo laboral se ha llegado a un extremo desbocado. Tienes que corroborar cada curro con fotos y nuevos amigos en Facebook, no vaya a ser que sea todo mentira, o que sea mucho más válido ese que sube cincuenta fotos de un rodaje y no yo que no subo ninguna.
Resumiendo, parece que se nos obliga de nuevo a caer en la corriente general y en las modas, y los que no nos dejamos llevar pasamos a ser inexistentes para el resto, menos formados, menos a la moda, menos “enrollados”, etc. Negarse a caer es perder oportunidades laborales, sociales y un buen etcétera. Es tremendamente injusto. Yo me niego, de momento, a entrar en este juego, y usaré internet y las redes sociales a mí manera. No necesito likes ni que todo el mundo sepa todo el rato a lo que me dedico. De hecho se puede decir que la red que más uso es twitter porque me permite poner todo lo que pienso a modo de blog, entre chorradas y demás quejas, pero en ningún momento con un uso laboral o de reconocimiento social.
Todo esto lo pongo a modo de desahogo, como casi todo lo que publico, pues me dan mucha rabia ciertas cosas y actitudes que veo. No me gusta usar la palabra postureo, pero es muy real en referencia a estos acontecimientos.
Internet ha revolucionado la sociedad, no hay duda, pero también la está idiotizando, pues sin un uso responsable termina por freír nuestro cerebro, despersonalizándolo por completo y creando otra copia más. Es la oportunidad perfecta para diferenciarse y se está llegando justo a lo contrario.

Para terminar del todo, tengo la teoría conspiranoica de que, dentro de unos años, importará más nuestra vida en la red que nuestra vida real, formándose una especie de mundo a lo Matrix.

lunes, 3 de octubre de 2016

66. Top de Septiembre [cine]

Al puto grano.


1. Final cut: Ladies and Gentlemen
2. El intendente Sansho
3. En un lugar solitario
4. Kaili Blues
5. Mandarinas
6. Sparrows
7. Upstream color
8. Tarde para la ira
9. Ensayo de un crimen
10. Umberto D.

Me gustaría destacar la película que toma la primera posición. Final cut es una obra húngara hecha con recortes de escenas de otras películas, es decir, a través de cientos de películas crea una nueva completamente distinta. Un drama romántico que recomiendo a cualquier loco del cine y de la nostalgia que este produce. Es una joya poco conocida que espero adquiera más reconocimiento.

Fuera de Septiembre, estos dos últimos días ya de Octubre, he podido disfrutar de un festival online llamado Artekino. En él he podido ver La muerte de Luis XIV de Albert Serra, una espléndida obra de una calidad visual y artística tremenda, sobre todo gracias a su diseño de producción, su iluminación y la gran actuación de Jean-Pierre Leaud. También disfruté de John From, una historia de amor adolescente que comienza siendo realista para alcanzar, en el tramo final del film, toques de realismo mágico y de fantasía. Ambas son cintas bellísimas, esta última con un look característico del celuloide.

En otro orden de cosas ya ha vuelto la rutina: Madrugar todos los días para escuchar gilipolleces, los domingo partido y el resto del tiempo vagar hasta encontrar respuestas.