domingo, 9 de octubre de 2016

67. La dictadura de la imagen

Recientemente, un famoso mc español venido a menos, ha hecho unas declaraciones en la radio que decían algo así como que vivimos en la dictadura de la imagen, culpando de ello al cambio generacional, relacionado, eso sí, en todo momento con el mundo de la música: ‘si no pones tu cara no te escuchan’. No le falta razón.
Introduzco así este escrito pues, aunque pienso que en este contexto el amigo raper se le ve despechado, se extrapola a otros campos en los que no se puede negar el poder que tiene ahora la imagen. Y no la imagen como tal, sino la imagen de uno mismo en internet.
Y también, hace poco, me decía un amigo que ‘si no compartes tus conocimientos es como si no los tuvieras’. Pero, pienso yo, que puedo compartirlos de tú a tú ¿no?
Aquí quería llegar ahora. Resulta que si no quiero compartir mi vida en internet, por la razón que sea (encima tiene que ser compartida como los cánones que manda la moda) debo ser un viejo verde o, peor aún, inexistente para el resto. O sea, que ya puedo saber muchísimo de un tema, ser un experto en mi campo, que si no tengo un Linkedin que lo afirme eso no es cierto. Ya puedo haberme hecho una ruta en moto por Asia que si Facebook no ve una foto subida, eso no es cierto tampoco. Ahora comprendo la sorpresa de muchas personas cercanas a mí al ver que en persona soy misterio, lógico si me gusta escoger lo que publico en las redes, siendo en gran parte y en mi caso particular troleos, chorradas, estupideces y, en raras ocasiones, momentos de lucidez.
Es cierto que, el hecho de ver toda la vida del resto en fotos en las redes, me hace sentir bien, pues sé que esas sonrisas y esos viajes y lujos son de cara a la galería, que han caído en la dictadura de la imagen y que necesitan de la aprobación de los demás para sentirse bien.
Yo también comparto cosas, obviamente, pero no rozo el spam día tras día.
Además, en mi campo laboral se ha llegado a un extremo desbocado. Tienes que corroborar cada curro con fotos y nuevos amigos en Facebook, no vaya a ser que sea todo mentira, o que sea mucho más válido ese que sube cincuenta fotos de un rodaje y no yo que no subo ninguna.
Resumiendo, parece que se nos obliga de nuevo a caer en la corriente general y en las modas, y los que no nos dejamos llevar pasamos a ser inexistentes para el resto, menos formados, menos a la moda, menos “enrollados”, etc. Negarse a caer es perder oportunidades laborales, sociales y un buen etcétera. Es tremendamente injusto. Yo me niego, de momento, a entrar en este juego, y usaré internet y las redes sociales a mí manera. No necesito likes ni que todo el mundo sepa todo el rato a lo que me dedico. De hecho se puede decir que la red que más uso es twitter porque me permite poner todo lo que pienso a modo de blog, entre chorradas y demás quejas, pero en ningún momento con un uso laboral o de reconocimiento social.
Todo esto lo pongo a modo de desahogo, como casi todo lo que publico, pues me dan mucha rabia ciertas cosas y actitudes que veo. No me gusta usar la palabra postureo, pero es muy real en referencia a estos acontecimientos.
Internet ha revolucionado la sociedad, no hay duda, pero también la está idiotizando, pues sin un uso responsable termina por freír nuestro cerebro, despersonalizándolo por completo y creando otra copia más. Es la oportunidad perfecta para diferenciarse y se está llegando justo a lo contrario.

Para terminar del todo, tengo la teoría conspiranoica de que, dentro de unos años, importará más nuestra vida en la red que nuestra vida real, formándose una especie de mundo a lo Matrix.

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