lunes, 29 de febrero de 2016

55. Volver a nacer

Leer con la música (la película es muy mejorable pero su música es genial)


Dentro, en esta atmósfera musical, existe un eco. Es un sonido que me mece, me hace avanzar a pesar de no ver nada por culpa de la luz, blanca y brillante como ella sola.
Escucho mis pisadas y las siento tan cerca que en un primer momento me asusto. Tiemblo de la emoción, jamás había notado algo así. Me sentía bien, genial.
Desnudo, seguía poco a poco, como separado del suelo a veces. Mi mente palpitaba como un corazón calmado, como un bosque y su quietud y como todos sus organismos, en armonía: unidos, a la vez.
No quería perder el tiempo en razonar nada, sólo quería que aquello no acabase nunca, igual que un amor de verano.
Comencé a flotar sobre ese hilo que me mecía, invisible, sólo captado por mis oídos, por mis manos y por mi mente.
Empecé a comprender cosas: Estaba naciendo, a la vez que nacía algo dentro de mí, una metáfora en relación a que algo nacía también en mi exterior.
Vislumbré reflejos, mi forma repetida miles de veces. Miraba dentro de mí, solapaba esos reflejos, volaba, sentía, lloraba.

De la introspección, de la imaginación, de los sueños despierto y de las atmósferas mentales nacía, de nuevo, yo. Mi mundo cambió a partir de un pensamiento. Lo de fuera cambió desde dentro. Todo en la mente. Volver a nacer.

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