Siempre vuelves a sorprenderme.
Cuando pienso que he tocado el cielo y no
hay nada más después, sólo necesito otra noche bajo tus sábanas para mirar más
allá. Primero me hiciste inmortal, luego aprendí a volar, más adelante te
necesité para sobrevivir y, ahora, no paro de imaginar nuevos mundos lejos de
mi galaxia a través de tus ojos, en los que sólo veo incendios y estrellas.
El paraíso, piel con piel, esa sensación
que no tiene descripción humana y concebible posible…pero lejos de ella todo
duele más. En mi deber también se encuentra respirar tu mismo aire, y no
siempre puedo, ahí muero por dentro esperando volverte a tocar, piel con piel.
Camino sin oxígeno en un mar infinito y
eterno, oscuro, y rodeado de monstruos abisales, de seres que sólo quieren
devorarme y verme caer entre la arena. Vago por praderas vacías buscando tu
luz, luchando por la vida que me das, esperando para volver a verte. Siempre
tengo la esperanza y siempre te recuerdo tan viva en mí que casi te siento al
lado, pero es un espejismo más.
Y, al final, siempre te encuentro,
luminosa y dulce, electrificante, hasta la próxima vez que vuelva a vagar sin
ti, por eso te pido que no me sueltes, que me acompañes, que esto crece más y
más rápido, como un bosque después de haber ardido tras nuestros pasos.
Quién a hierro muere a hierro mata, quién
a fuego siente a fuego ama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario