domingo, 24 de abril de 2016

58. Mi ser, una condena.

3:35. Mañana al final no ruedo. Mi ser, una condena. No hubiese rodado igualmente, ni al otro, ni al siguiente.
Y todo lo que me queda.
Qué curiosa es la casualidad y qué bien viene a veces.
Reafirma mi coartada.
Y sufro dolor físico que aguanto, y mental que adapto a mí.
Hasta la luz artificial me ciega.
3:40, quiero estar de vuelta en mi base secreta.
Noto el escalofrío, que duele más que el dolor, que jode más que el olor. El parpadeo sonoro de la luz se nota más, igual que el silencio que ahora suena, tiene color.
Hay gotas en la lejanía a través de las paredes y confirmo mi estado, entre dormido, enfermo y cansado, pero también tocado.
Pero no de hundido, sino de hechizado.
A las 3:47 ya no me queda nada. Te he recordado diciéndome que no, y yo diciéndote que sí, y volvías. Vuelve el dolor.
Tengo que cerrar los ojos y bajar la cabeza, cae de nuevo.
Ayer estaba todo bien, lo confirmé en mi cabeza.
Ahora muerdo fuerte y las piernas se me duermen.
Mañana tenía que rodar, tampoco hubiese podido, ardo por dentro y por fuera, no sé si antes lo había sentido.
3:52 con los pies malheridos.
Acabo de perder dos kilos entre sonrisas y lágrimas, no tengo fuerzas ni para dormir.
Suenan las burbujas.

Vuelvo a casa.

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