A pesar
de que la presión social me intenta obligar a demostrar, yo lo ignoro, pues
sólo tengo que demostrarme a mí mismo, nadie más debe ser ni es partícipe de
esto que llevo dentro.
He
escrito, sin éxito de publicación, pero lo he hecho, calmándome las horas
muertas y los espacios vacíos, que ahora son más, o menos según se mire.
Odio
la vida real, pues en sueños y en días especiales no quiero moverme de esa
burbuja de satisfacción y de confort, como todos, supongo. No me gusta esta
sociedad y sólo puedo contar con los de siempre, no me encuentro a gusto rodeado
de patanes superficiales, planos y sin sentido del humor. Me hicieron pensar
que era cosa mía, pero ya está más que demostrado que no, aunque jamás lo dudé
en el fondo, no era la primera vez que no encajaba.
Y
sigue la presión de la sociedad, de los círculos: sé algo en la vida, de qué
vas a vivir, no puedes vivir así, no puedes pensar eso…todo de bocas
hipócritas, que al menos si lo aceptaran como yo lo acepto…
El
verano me matará a menos que me llamen de una vez, porque teniendo tiempo de
sobra me consumo en mis pensamientos y mis emociones internas, en mis planes
maquiavélicos y en mis ficciones sin terminar.
Ahora
respiro sabiduría, calma, buen hacer, buen rollo…tengo mis hobbies y muchas
maneras de vivir y engañar a mi cerebro.
Cardinales,
Morricones, Newmans, baloncesto en la calle y en casa, mucho descanso mental y
sólo el objetivo de serme fiel.
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