miércoles, 21 de diciembre de 2016

73. Platón, ese cabrón con su mito y su caverna.

Platón estaría orgulloso: vivimos en su puta caverna. No sé quiénes, ni cuántos, pero una parte de la población está dentro y, la otra, fuera ¿Dónde estoy yo? Quiero pensar que fuera, respirando aire descontaminado, pero mi naturaleza me obliga a no estar seguro de ello, al menos no del todo.
Se genera pues un conflicto. Todos, bajo nuestra capa de la verdad, sobre nuestro conocimiento del mundo y nuestra experiencia, pensamos haber visto la luz, o pensamos que otros tantos no la han visto. En ciertos aspectos de la actualidad se admiten pocos grises.
Me refiero sobre todo al influjo de los medios, de los políticos, de las modas, de la cultura de masas, de la actualidad y todo lo que puede rodear a la sociedad humana. Mucha información y mucho debate, pero poca verdad y poco razonamiento. Nos posicionamos en cada uno de los aspectos posibles que lo permiten, creando así el conflicto antes mencionado: los que han visto la luz y los que no.
Yo no niego que a veces muestre firmemente mi punto de vista, intentando ser lo más objetivo e imparcial posible, sí, pero ya no se puede creer en nada ni en nadie y, nosotros, los de abajo, tenemos que dirigirnos a un lado o a otro, pues ambos son contrarios y no se puede ser adalid de dos bandos opuestos a la vez.
Pienso que esta inestabilidad social de dos bandos no ha llegado ahora de casualidad, sino que es algo buscado por poderes económicos para sacar tajada de la situación, para aprovecharse de los de siempre. Sí, de los de abajo, del 99% de la población.
Esta incertidumbre que en mí gobierna cada día de manera más sólida me obliga a seguir buscando, investigando y leyendo. Necesito saber más pues no paro de cuestionarme demasiadas cosas y mi cabeza al final explotará (algo que ya he tratado mil veces aquí, pero que no para de tener sentido).
¿Vivo en la caverna observando sombras o veo un más brillante cada día?

Sólo sé que me sigo sintiendo fuera, lejos, solo, y que es un sentimiento que se repite cada vez más y que no sé muy bien si me lo he buscado o lo ha provocado esta sociedad enferma. Pero enferma para mí, claro, otros viven genial en su mundo de golosina…y ya vuelvo a desvariar.

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